El lanzamiento desde los Estados Unidos del cuarto satélite argentino, el SAC-D Aquarius, es resultado de una eficaz política científico-tecnológica.
El lanzamiento desde Estados Unidos del cuarto satélite argentino, el SAC-D Aquarius, es un hecho a ser reconocido . En primer lugar, porque muestra que el éxito de una política pública es el resultado de un esfuerzo sostenido en el tiempo y que depende de varios factores. Por un lado es crucial que exista un alineamiento de incentivos materiales (becas, fondos de investigación, desarrollo tecnológico, servicios a usuarios, etc.) y preferencias políticas (“Argentina país espacial”) entre los agentes involucrados; una tarea que es más fácil de lograr cuando existe un actor que está por encima de todos – en este caso la CONEA – que puede tejer pacientemente los distintos intereses de las partes . Por otro lado, la existencia de una red de agencias públicas que sean estables, profesionales y tengan una autonomía relativa para llevar adelante sus programas aumenta las probabilidades de acciones sustentables y de calidad.
En segundo lugar, porque el satélite SAC-D Aquarius es una muestra de que no es posible un desarrollo tecnológico de alta gama sin la estrecha colaboración del Estado con el sector privado y los centros de investigación universitarios , un triángulo muchas veces defendido pero muy pocas veces practicado. En vez de asumir una lógica binaria -Estado o mercado, científicos o empresarios, largo plazo o urgencia de coyuntura, desarrollo nacional o interdependencia global- esta iniciativa satelital exitosa resultó de una combinación no excluyente de factores, fuerzas y fenómenos.
En tercer lugar, porque se demuestra, una vez más, que el conocimiento científico disponible en la Argentina se supera a sí mismo cuando entra en contacto con otros centros de investigación de mayor avance relativo. Muestra, también, que la cooperación internacional entre países con distintos niveles de industrialización puede romper con la división de trabajo típica en donde los mejores posicionados terminan patentando lo que otros sólo pudieron imaginar en borradores y ensayos teóricos en congresos.
En cuarto lugar, el lanzamiento del SAC-D Aquarius confirma que es posible identificar objetivos precisos y llevarlos a cabo independiente de los gobiernos de turno, conformando lo que se denomina políticas de Estado.
Dicho lo anterior, sin embargo, mucho queda por hacer. La Argentina aún tiene un largo camino por delante para articular de un modo más eficiente el sector público con el sector privado, la política interna con la externa, las demandas de corto plazo y las exigencias de largo aliento, las necesidades domésticas con las oportunidades de colaboración internacional.
El SAC-D Aquarius nos ilustra que eso es factible y deseable.
Para un país que busca reconstruir poder interno e influencia externa sólo el esfuerzo sostenido, compartido y efectivo es la llave para lograrlos. La Argentina está dando algunos pasos promisorios en esa dirección: ello constituye un activo a proteger, estimular y multiplicar.
Por: Federico Merke y Juan Gabriel Tokatlian
PROFESORES DE RELACIONES INTERNACIONALES
Clarín
Jueves 16 de Junio de 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario