Desde la embarcación, el Paraná se ve en su enormidad. No aparece el jangadero de la canción. Están los Panamax, esos barcos con porte imponente y el mismo ancho del canal de Panamá. Hay barcazas y hay fábricas que mastican a otras fábricas a lo largo de 65 kilómetros, entre Timbúes al norte de Rosario a General Lagos en el sur. Allí se transforma el 85% de la cosecha de soja en aceites, harinas y pellets. De pronto, un parque interrumpe la seguidilla de plantas y el cartel indica que ahí se libró la batalla de San Lorenzo.
El viaje por el Paraná es una iniciativa de Nidera, exportadoras de peso internacional de capitales holando-argentino. A la embarcación y en coincidencia con el Congreso de la Soja, suben productores brasileños y chinos, sus homólogos locales y funcionarios de alto rango del ministerio de Agricultura; algo impensable pocos meses atrás.
Las amplias tuberías y el movimiento de las grúas se destacan por encima de las barrancas y exhiben en toda su dimensión al mayor polo aceitero del mundo.
En ese corredor no falta ninguno de los grandes jugadores globales del negocio, desde Noble (China), Dreyfus (Francia), Toepfer (Suiza), Cargill (EE.UU.) y las locales Molinos, Vicentín, Aceitera General Deheza, Bunge, ACA y Nidera, entre otras.
Si este ha sido el año de la soja, los US$ 3.000 millones invertidos en esa franja en la última década indican que los próximos años también lo serán. Rodolfo Rossi, presidente del Congreso, lo coloca en números. Señala que desde 2000, Argentina elevó 154% el volumen producido de la oleaginosa y concentra el 40% de los stocks del planeta.
Luiz Ribas, de Aprosoja del Mato Grosso, menciona la ventaja de este complejo por su cercanía con el lugar de producción. “En Brasil la soja recorre 3.000 kilómetros para llegar al puerto de Santos”, cuenta. Liu Deng -gao, vice de China Soybean Industry Association gesticula y señala: “Estoy convencido que debemos fortalecer nuestra sociedad”. A su lado y en lo que pudo parecer una curiosa evolución, de boca del subsecretario de Agricultura, Oscar Solís, se escucha algo inusual. Cuando se le consulta sobre Guillermo Moreno, con el manejo de cupos para embarques de carne, trigo y maíz, Solís dice: “Cada uno tiene una función en el Gobierno. Y la mía es defender a este sector de la producción”. Solís proyecta una cosecha de 110 millones de toneladas en 2011-2012 .
Los empresarios, por su parte, admitían saber poco sobre el posible impacto de la crisis situada en el corazón de Europa y EE.UU. Ya finalizaba el viaje cuando Jorge Neme, titular del Prosap (Asistencia Agrícola), recibió el llamado. Desde Washington le avisaban que el BID acaba de aprobar un crédito por US$ 230 millones . Eso sí, hubo rechazo de EE.UU.
Por: Silvia Naishtat
Rosario.enviada Especial
Clarín
Jueves 15 de Septiembre de 2011
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