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lunes, 26 de septiembre de 2011

China vuelve a subirse a la bicicleta

El País (España)

Es el país que más contamina y el que más automóviles añade cada año a sus carreteras, pero también se ha convertido en el mayor mercado de bicis eléctricas, y quiere inundar con ellas el mundo.

Los chinos se han cansado de pedalear. Por lo visto, en vidas pasadas ya lo hicieron como para cubrir varios siglos de ejercicio, y ahora su aspiración es subirse a cuatro ruedas propulsadas por el motor más potente del mercado. Afortunadamente para el planeta, no todos los 1.350 millones de habitantes pueden adquirir un automóvil. Así que el país de las bicicletas del imaginario colectivo occidental sigue vigente, pero con una importante diferencia: muchas ya no se mueven por el esfuerzo humano, sino gracias a un impulso eléctrico.

Pueden rodar hasta 60 kilómetros sin necesidad de ser recargadas

Basta con tratar de cruzar una calle cualquiera en China para darse cuenta, con un sobresalto, de que las bicicletas eléctricas se han adueñado del asfalto. Rápidas, silenciosas y baratas, son ya el medio de transporte más popular del gigante, donde se estima que circulan unos 130 millones de unidades, 30 millones más que automóviles. Y, de acuerdo con un estudio del instituto Pike Research, especializado en tecnologías limpias, ese número se triplicará en cuatro años. Entre 2010 y 2016 se venderán en el mundo 466 millones de vehículos de dos ruedas propulsados por motores eléctricos, y el 95% será adquirido por chinos.

Así, no es de extrañar que los principales fabricantes se encuentren también en el país más poblado del mundo. Xinri es, con una capacidad de producción de cinco millones de unidades al año y clientes tan poderosos como la policía o el servicio postal, el mayor productor del planeta. Y su ambición, que se demuestra en el hecho de que Jackie Chan es la imagen de la marca, va más allá de las fronteras chinas.

Desde el año pasado exportan a países tan diferentes como Estados Unidos, Japón o Nigeria. Eso sí, adaptadas a las necesidades de cada mercado. Las que cruzan el Pacífico o se quedan en Japón tienen el aspecto de una bicicleta de toda la vida, mientras que las destinadas al continente africano podrían competir en tamaño con una Harley Davidson. "Allí cumplen la función de una motocicleta o de un motocarro y, como puede no haber un enchufe en muchos kilómetros, las baterías son más potentes". Xinri comercializará pronto en los países en desarrollo sus triciclos comerciales eléctricos, que ya se pudieron ver en los Juegos Olímpicos de Pekín y en la Exposición Universal de Shan­ghái, y que servicios de limpieza de varias ciudades chinas utilizan actualmente. Mientras tanto, en su espectacular fábrica de Wuxi, cada línea de producción escupe una bicicleta cada 11 minutos.

En China, un territorio perfecto para experimentar con nuevas tecnologías, caben todas las formas y colores. Las más pequeñas, con cesta delante, parrilla detrás y librea de colores chillones, son las preferidas de las mujeres, que, como apunta Chen Kaiya, uno de los directores técnicos, "también quieren que tengan pedales para evitar quedarse tiradas". Ellos prefieren, como de costumbre, las de mayor tamaño y potencia, "y los hombres se fijan mucho en el diseño, no como sucede con las bicicletas tradicionales". Con las de Xinri, que muchas veces parecen escúteres, es fácil superar los 70 kilómetros por hora, aunque algunas tienen instalado un seguro que impide pasar de 40, y pueden rodar entre 40 y 60 kilómetros con una carga completa.

"El sector vive una época dorada", explica el vicepresidente de la marca, Hu Gang. "La primera bicicleta eléctrica se produjo en China en 1996, y desde entonces se ha avanzado tanto como la industria de automoción en medio siglo. Creo que no es exagerado decir que pueden cambiar el mundo del transporte, sobre todo en los países en desarrollo. Es una alternativa excelente a los vehícu­los de combustión". Hu echa mano del refranero moderno chino para confirmar su tesis: "La bicicleta es demasiado cansada, el autobús va siempre a rebosar, el coche es muy caro, y la moto, excesivamente peligrosa".

Una de las principales ventajas que se añaden a los vehículos eléctricos en general es su respeto al medio ambiente. No obstante, se trata de una verdad a medias. "No se pueden desligar las bicicletas eléctricas de la fuente que proporciona la energía que las carga", explica Guim Valls, un catalán que lleva dos años recorriendo el planeta subido a una bicicleta eléctrica.

Comenzó en Pekín con los Juegos de 2008 y espera llegar a Londres para encender el pebetero el año que viene. Y quiere demostrar que se pueden recorrer 8.000 kilómetros de forma completamente limpia y económica. "En tiempos de crisis se debería promover este tipo de transporte", dispara. Sus baterías de litio se cargan con placas solares que viajan en el remolque, así que la dependencia de la electricidad es mínima. "En China, no obstante, la mayoría de las baterías son de plomo, altamente contaminantes tanto en el proceso de producción como de reciclado y, si se cargan en la red normal, se está quemando carbón". Porque China obtiene de este mineral el 70% de sus necesidades energéticas.

En Xinri son conscientes de que el reclamo de lo eléctrico no es suficiente para añadir la coletilla "verde" en sus productos, aunque su vicepresidente asegura que los chinos no los adquieren por ecológicos, sino por baratos. "La tecnología de nuestras baterías es la más avanzada y permite alargar su vida hasta año y medio. Pasado ese tiempo, nos encargamos del reciclado y promovemos un plan [Renove] para sustituirlas de forma más económica. Apostamos por las baterías de litio en el futuro, pero ahora son caras y la mayoría de nuestros clientes no quieren pagar más de 3.000 yuanes [unos 330 euros] por una bicicleta", argumenta Hu.

Otro de los fantasmas que persigue al sector es el de la seguridad. Según el diario The Wall Street Journal, en 2007 murieron en China 2.500 personas en accidentes de tráfico cuando conducían sus bicicletas eléctricas. Ciudades como Shenzhen, en la provincia sureña de Cantón, han decidido prohibirlas después de que el año pasado estuvieran involucradas en el 15,7% de los accidentes. Allí las han bautizado como "las asesinas silenciosas". "Como con cualquier otro producto, lo importante es la responsabilidad del usuario", se defiende Hu. "Es importante que mejore la seguridad vial en China en todos los aspectos". Ya hay voces que piden su regulación y que sea necesario un carnet para conducirlas, como cualquier ciclomotor.

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