Luego del derrumbe de una grúa-torre sobre cuatro edificios de Báez al 500, en la zona de Las Cañitas, en Palermo, lo que causó destrozos en distintas propiedades, el gobierno porteño comunicó ayer que, en las próximas dos semanas, controlarán todas las grúas que hay en las obras en construcción de la ciudad.
Así lo indicó a LA NACION Javier Ibáñez, director de la Agencia Gubernamental de Control (AGC), que hoy pondrá en marcha los operativos, aunque no supo precisar cuántas grúas hay funcionando en la Capital.
Aún así, Ibáñez defendió los controles que realiza su organismo. "Habitualmente, la ciudad controla el otorgamiento de un permiso especial para el funcionamiento de estas grúas, pero no verifica si son bien o no utilizadas. Para eso hay auditorías privadas. De todas maneras, la ciudad inspeccionará todas las grúas que hay hoy en obras edilicias, que no son muchas, para verificar que estén funcionando de acuerdo con los requerimiento que se les pide", dijo Ibáñez.
El día después del episodio en el que milagrosamente no hubo heridos, se trabajó durante horas en el desmonte del brazo de hierro incrustado en las terrazas sobre las que cayó. Pese al intenso movimiento de la guardia de auxilio, la incertidumbre de los vecinos afectados continuaba, ya que la policía, hasta anoche, no había levantado la restricción para entrar en los departamentos que sufrieron daños, aunque estaba previsto que comenzaran a autorizar a los vecinos de los pisos inferiores.
Ayer, mientras la ciudad clausuró de manera preventiva la obra y la Justicia intervino en el hecho, dos grúas rodantes de 80 y 120 toneladas trabajaron durante todo el día para sacar, por partes, el brazo de la grúa que se cayó sobre las terrazas de cuatro edificios de Báez al 500. Este brazo tiene unos 35 metros de largo y pesa alrededor de 60 toneladas.
Fuentes de la constructora Obras y Sistemas SRL informaron anoche a LA NACION que ya se había retirado el brazo de la grúa y su contrapeso, que consta de cuatro bloques de cemento de 2,5 toneladas cada uno, que también cayó sobre uno de los departamentos. Los edificios afectados fueron los situados en los números 562, 554, 540 y 528 de la calle Báez, la más transitada de Las Cañitas.
Geraldine Alberdi es propietaria del departamento 8° A del edificio de Báez 540. Todavía conmovida por el suceso, contó ayer a LA NACION: "Al departamento le cayó el contrapeso de unas diez toneladas, por lo que quedó absolutamente destruido. La policía no me dejó pasar ni tampoco a los escribanos ni a los medios de comunicación. Me parece rarísimo, aunque yo subí de prepo".
"Allí, en el departamento, vive mi madre de 80 años y mi hermano, que es discapacitado mental. De casualidad no estaban ahí, sino se morían. Mañana [por hoy] voy a parar la obra; la voy a parar de por vida. No sólo por mí, también por mi familia y los vecinos. Soy amiga de muchos damnificados y esto que sucedió es una verdadera vergüenza, alguien tendrá que pagar por todos los daños que ocurrieron", afirmó Alberdi.
Otro de los vecinos más afectados por el accidente fue un norteamericano que vive en un triplex del edificio del 554 de Báez. Este hombre, que pidió no dar a conocer su nombre, comentó: "El último piso está destruido. Pasó todo en un segundo. Yo estaba tomando un café en el segundo piso y mi novia se estaba bañando. Escuché mucho ruido, como una explosión, y bajamos corriendo hasta la calle. Fue de casualidad que no estábamos en el patio". Y agregó: "Pasamos la noche en un hotel de Puerto Madero, que lo pagó la empresa en la que trabajo. Estamos esperando a ver qué dice la policía para poder entrar al edificio, que está cerrado".
Mal manejo de la grúa
Los expertos que realizaban los peritajes en el lugar dijeron a LA NACION que los primeros análisis realizados en el sitio donde estaba instalada la grúa indicarían que hubo negligencia por parte de uno de los obreros que la operaba.
Por otra parte, Luis Perri, titular de la empresa Obras y Sistemas SRL, que lleva adelante la obra de edificación de dos torres de 20 pisos en esa manzana de Las Cañitas, afirmó que "todo estaba en regla". Sin embargo, la AGC de la ciudad clausuró ayer el lugar de manera preventiva hasta tanto se revelen los resultados definitivos de los peritajes.
"Es increíble lo que sucedió. Escuché una explosión y me quedé helado, porque no sabía qué había pasado. Salí y empecé a tocar algunos timbres para alertar a los vecinos, que muchos de ellos están en casas de amigos que viven por la zona para entrar a ver sus casas", contó el encargado de uno de los edificios afectados.
La Nación
Lunes 14 de Febrero de 2011
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