La presidenta de la Nación echó al secretario de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable, Homero Bibiloni, y puso para reemplazarlo al intendente de Berazategui, Juan José Mussi. Mussi pidió licencia inmediatamente y dejará a su hijo Juan Patricio Mussi al frente del municipio.
La forma en que se organiza una administración para abordar la problemática ambiental refleja el nivel de atención y prioridad que cada gestión le otorga. Por eso este nombramiento no hace sino profundizar una idea que viene afirmándose desde el comienzo de esta gestión: el ambiente importa poco, aun cuando entre los motivos alegados para justificar la designación de Mussi se encuentre "la necesidad de fortalecer el área".
Mussi tiene en sus manos la responsabilidad de definir la política ambiental de la Argentina. Eso implica tener a su cargo, entre otras cosas, la problemática ambiental del Riachuelo, donde viven más de cuatro millones y medio de personas afectadas por la contaminación de vertidos cloacales y de miles de industrias. Mussi también tiene bajo su órbita la aplicación de la ley de protección de bosques nativos, que surgió como consecuencia de la desaparición de un porcentaje sustancial de la masa boscosa de nuestro país. Durante la gestión de Bibiloni no sólo no se aplicó, sino que se aceptó que se destinaran 144 millones de pesos del presupuesto 2010 de la Secretaría al Programa Fútbol para Todos.
El nuevo funcionario deberá solucionar temas como la conservación, recuperación y uso sustentable de los recursos naturales, renovables y no renovables; el ordenamiento ambiental del territorio; la gestión de los recursos hídricos; la protección de los glaciares; el destino de los residuos comunes y peligrosos; cuestiones de infraestructura y su correspondiente evaluación de impacto ambiental; la conservación de la biodiversidad, y el cambio climático. Sin duda son exigencias difíciles de cumplir, pero resultan esenciales para el sustento de nuestra vida. La designación de Juan José Mussi demuestra que la Presidenta no ha comprendido en absoluto la magnitud del problema.
La protección ambiental en nuestro país atraviesa en la administración Kirchner uno de los períodos más oscuros de su historia: la paupérrima gestión de Romina Picolotti en el conflicto por Botnia, con designación de familiares y excesivos gastos en consultorías, y la inacción de Bibiloni en el tema del Riachuelo, que obligó a la Corte Suprema a solicitar un plan integral de saneamiento progresivo de la cuenca. Es difícil creer que Mussi fue elegido para solucionar todos los problemas en la materia, aparentemente sin tener ninguna experiencia ambiental.
En un contexto donde las presiones sobre el planeta aumentarán, no se puede evitar sentir un cierto desamparo, la sensación de que se ha abolido cualquier proyecto en materia ambiental y que, por ahora, lo que importa es cómo continuar en el poder en 2011.
El medio ambiente puede esperar.
Lunes 3 de Enero de 2011
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