Ocurrió en una planta piloto. Un tambor de un solvente industrial muy inflamable cayó de un montacargas y explotó. En el lugar había unos 15 barriles más sin condiciones de seguridad que también explotaron
Cinco explosiones y un incendio en un laboratorio de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC), "por graves fallas en la seguridad" -según aseguraron bomberos y peritos judiciales- dejaron al borde de la muerte a seis personas por quemaduras gravísimas.
Denuncia previa
La Federación de Docentes de las Universidades (FEDUN) señaló que había denunciando ante el Consejo Interuniversitario Nacional las condiciones de inseguridad en Río Cuarto. "Tememos un Cromañón", habían dicho.
El fuego, una marca indeleble
Lucas Guagnini
La planta piloto que explotó trabajaba en un proyecto con financiación privada para el desarrollo de biodiésel. El combustible vegetal será uno de los mayores negocios del futuro. Estar en la vanguardia en el tema dará grandes réditos a quien haya apostado, tanto científica como empresarialmente. Claro que una planta piloto no es una mesa de ruleta, en donde solo se elige un producto al cual jugarse. Menos si queda dentro de una universidad. Ayer, maximizar el rédito ahorrando en seguridad dejó la marca indeleble del fuego sobre la piel.
Al cierre de esta edición, peleaban por su vida un estudiante de 22 años y cinco profesores. Miguel Matea, de 52 años, quien habría sido el responsable del laboratorio, es el único "que no entró a la terapia intensiva, como el resto", detalló a este diario uno de los médicos del Hospital Córdoba. Allí, Juan Andrés Politano (un estudiante de 22 años), Liliana Giacomelli (41), Damián Cardarelli (43), Carlos Ravera (64) y Gladis Baralli (40) están internados en estado crítico.
Con gesto sombrío, los médicos consultados por Clarín, coincidieron en que "muy pocos tienen posibilidades de sobrevivir: tienen quemaduras en el 80 por ciento de su cuerpo y las vías aéreas muy comprometidas".
Mientras tanto, 230 kilómetros al sur de la capital provincial, el director del Nuevo Hospital Central de Río Cuarto, Oscar Flores Ferrando, dijo que allí quedaron "dos pacientes en terapia intensiva: un estudiante francés y otro muchacho, también con quemaduras, que está en otra clínica".
Aliviado, como los familiares de los otros 16 heridos de una jornada infernal, Flores Ferrando detalló que los demás "sólo sufrieron fracturas o contusiones menores y ya están en su casa".
Todo arrancó pasadas las diez de la mañana en la Planta Piloto de la Facultad de Ingeniería de la UNRC. Alumnos, profesores y bomberos coincidieron: el accidente fue en el laboratorio donde trabajan con proyectos vinculados a la producción de biodiésel y se procesan residuos de aceite comestible utilizando hexano, un solvente altamente inflamable. A un montacargas se le cayó un tambor de 200 litros de ese químico que se derramó provocando un incendio y luego una explosión en cadena. "Creemos que a la caída se le sumó una chispa de una caldera cercana, o del choque del tacho con el piso, y provocó el fuego que se extendió rápidamente", le dijo a este diario una funcionaria de la Secretaría de Trabajo provincial, que ayer buscaba entrar a la Planta para inspeccionarla.
Pero eso no fue todo: "La tragedia se potenció por una fatal acumulación de unos 10 o 15 tambores con hexano, acumulados en la planta desde hace unos veinte días", describió a Clarín una fuente de la universidad, que prefirió mantener su nombre a resguardo. Y que coincidió con el testimonio de un estudiante que logró escapar ileso. "Esa fue la principal falla de la seguridad. Las explosiones eran imparables", lamentó apesadumbrado.
El profesional insistió en que "esos tambores nunca debieron ser tantos y en un solo lugar". Con esa opinión coincidió Javier De Olmos, jefe de los Bomberos Voluntarios de Río Cuarto, en un primer análisis del desastre.
De hecho, las autoridades de la Facultad admitieron que "no estaba autorizado" el depósito de hexano. Jorge Vicario, profesor de física de la Universidad y periodista (ver "Creímos que era..."), le describió a Clarín que "el laboratorio es un sitio lleno de tuberías, tableros de luz, una caldera, tambores y demás cosas de una fábrica, donde paradójicamente los compañeros estaban tratando, entre otros procesos químicos, de sustituir el hexano para su trabajo, porque consideraban que era muy peligroso".
Cuando todo comenzó a estallar, Vicario y sus alumnos escaparon por una puerta lateral, ya que estaban en el primer piso, pero pudieron ver cómo chicos y chicas que se arrojaban por las ventanas aterrados por el fuego y las explosiones. "Una piba se quebró una pierna -contó un joven en uno de los pasillos del hospital de Río Cuarto- pero los demás salieron bastante bien". Otros tuvieron mejor suerte: los brazos solidarios de otros compañeros que los recibían "usando sus cuerpos para atajarlos en el aire" para que no se lastimaran.
Mientras, los desafortunados laboratoristas yacían en el pasto del campo universitario con sus ropas y cuerpos envueltos por las llamas, ante la impotencia de sus colegas y alumnos. Deán Fernández, un investigador que trabaja en la otra punta del galpón donde ocurrió todo, declaró que "por suerte estaba la puerta grande (del laboratorio) abierta y muchos salieron por ahí".
Por: Marta Platía
Fuente: CORDOBA. CORRESPONSALIA
Clarín
Jueves 6 de Diciembre de 2007